CARTA –RELATO DE UN BOHEMIO- (II PARTE)

Buenas...Si no han leído la primera parte de este relato, les recomiendo pasar a ella, está debajo de ésta, seguimos con la segunda parte (y decidí hacerla la última) de esta historia, de este personaje, del que tal vez después escriba un poco más.....gracias por sus comentarios, me dan ánimo para seguir escribiendo, gracias a todos aquellos que pasan por aquí, a los que les agrada y a los que no tambien :) Espero que esta continuación sea de su agrado, que disfruten la lectura.

-Recomendable escuchar la primer canción del reproductor para hacer de esta lectura algo más ameno-

II PARTE

La noche era perfecta, un frío color azul grisáceo me envolvía con su gélido manto estelar mientras escuchaba el impacto de mis zapatos contra aquella empedrada y tosca calle, el viento jugaba con mis cabellos que salían por debajo de mi sombrero…y seguía mi caminar, cinco cuadras adelante paré ante una vieja puerta de madera apenas barnizada hacia cuatro días, pero parecía que llevaba años…se escuchaban burdas conversaciones, entré y escuché un saludo desde una mesa de un rincón al cual contesté, -o eso creí hacer-, fui a la barra, una muchacha se acercó a ofrecerme algo de beber, en realidad solo quería conversar con alguien, el lugar estaba lleno; solitarios y oscuras siluetas por la madrugada en un agreste lugar, a media luz, ahogándose en pena tal vez…como yo.

Una desconocida se acercó tratando de buscar mi rostro entre el sombrero y la poca luz del salón, miré hacia el opuesto y fijé mi vista en un rincón que aún permanecía solo, parecía que ella no se percataba que le era indiferente a su conversación, …uno que otro vecino del lugar me conocía, o al menos sabía que existía; seguro alguien podría ayudarme…la desconocida seguía entusiasmada –no sé por qué- en su plática, de pronto se escuchó un portazo y un paso firme y seguro tras del golpe, un hombre de larga gabardina, sombrero de copa y cigarro en la boca había entrado al lugar dirigiéndose hacia donde yo estaba…pidió un par de tragos y se puso a platicar con quien me portara indiferente hacia unos momentos, a los pocos minutos empezaron a discutir llamando la atención de todos los que se encontraban en el lugar, hasta que alguien los obligó a salir de ahí, ignoro qué fue de ellos ahí afuera, al poco tiempo todo volvía a la normalidad, seguía viendo como entre risas, tristeza y humo se agotaba el contenido de las botellas ahí servidas como si fuera algún elixir que les proporcionara vida o felicidad eterna, “¡qué triste escena…que enfermos!” concluía en mi mente, no tenía por qué seguir ahí –o tal vez, solo tal vez-. Desocupé mi lugar, me quité el abrigo terciándolo sobre mi hombro derecho, busqué un par de monedas en mi bolsillo y las dejé sobre la barra sin esperar a que alguien dijera algo, salí de ese lugar de perdición, nostalgia y fracaso, bajé mi sombrero para salir viendo de reojo el lugar.

Salí y noté que ya iba a amanecer, los primeros rayos de sol que asomaban por el oriente anunciaban un nuevo día, bajo aquella niebla que aun tapizaba el lugar, bajo los faroles que apenas esbozaban una sonrisa en mi rostro, que tenían ese color que sabía a melancolía y que hacía más profundo el hueco que llevaba dentro de mi alma…. y…todo es tan frágil…

Lejos de aquella habitación y sin rumbo fijo, ahora un corazón enfermo caminaba por la calle del olvido…en un cuento de hadas; sin final feliz.