Detrás de los montes azules, cruzando el bosque encantado cuentan viejas lenguas habitaba una hermosa doncella, cuya hermosura envidiaba hasta la propia naturaleza, de nombre Ailén vivía sola en una humilde pero siempre limpia y organizada morada, era bien sabido por la comunidad que enamorada estaba de William, noble caballero bastante serio; con ello el pueblo tenía una buena imagen de él, acaba de regresar de sangrientas batallas en el Sur del imperio, todas ellas gloriosas, le llamaban “el caballero silente”. Sin embargo parecía que nadie le había podido tocar el corazón a tan ilustre joven, siempre serio pero educado había rechazado más de una ocasión el amor de varias jovencitas que deseaban mostrase un poco de interés en ellas… Ailén en silencio repetía una y otra vez cuanto le amaba y soñaba con el momento en que los dos, juntos estuvieran, amándose el uno al otro, pero… tal parecía que él no podía sentir amor, aún así no perdía las esperanzas de que un día se fijase en ella. Cierta mañana que caminaba William por el mercado, distraído como era, fue a tropezar con Ailén, le pidió disculpas y le ayudó a ponerse de pie cuando miró fijamente a sus ojos y sintió algo extraño, eran hermosos, ella le vio también fijamente mientras se ponía en pie y apenado el joven le pidió disculpas las cuales fueron bien aceptadas, el joven se sonrojó rascándose la cabeza, ¡por vez primera no sabía qué decir!... bajaron la mirada y cada uno siguió su camino.

A la mañana siguiente la gente emocionada laureaba la victoria de su ejército, Ailén estaba feliz, recién había sabido de la victoria de William, a la par que se corrió la voz de una invitación a todas las personas a un informe en palacio con carácter de urgente para mediodía, Ailén rápidamente se arregló y pronta se fue rumbo a Palacio; ahí se encontraba todo un ejército de valientes hombres, todos aquellos victoriosos en batalla, había gran algarabía cuando de pronto se hizo el silencio; el vocero del Reino tomó la palabra “…ha de ser reconocido el valor de nuestro ejército pues ha resultado victorioso, más sentimientos encontrados hay esta mañana en palacio, pues hemos resultado victoriosos, pero hemos sufrido también pérdidas lamentables de triunfantes soldados…entre ellos, es de pesar el bien conocido William, quien después de resultar vencedor con el ejército que lideraba fue sorprendido por un enemigo quien a traición atacó al Silente Caballero por la espalda asesinándolo cobardemente de un golpe…” Ailén no quiso escuchar más y corriendo salió del lugar, llorando llegó a su casa y se desplomó en su cama, nadie en el reino sentía más aquella pérdida que estaba oprimiendo el pecho de tan dulce señorita, pasadas unas horas un hombre tocó a su puerta y le hizo entrega de aquella misiva que había escrito William y que fue encontrada debajo de su sangrante ropa, la cual apenas se fue el mensajero, ahí mismo a la puerta de su casa la abrió y con buena letra pudo leer lo siguiente:
Acababa de leer aquello cuando una gota de agua cayó desde lo alto sobre la arrugada hoja, comenzaba a llover, parecía que los cielos se habían unido a la pena que oprimía el corazón de la bella Ailén…

Cuentan que Ailén vivió hasta morir de ya avanzada edad, que siempre optó por ayudar a aquellos que lo necesitaban y que aunque siempre estuvo en más pura lucidez y siempre con la hermosura que le caracterizaba era de notar un dejo de tristeza… dicen que el día en que murió una expresión de felicidad se dibujó en su rostro, parecía que más que un tormento, la muerte le había concedido una última alegría.
Recostado en su habitación William no podía dejar de pensar en ella y a distancia de él mirando por la ventana Ailén tampoco podía dejar de pensar en él, William sentía algo que nunca había sentido, -pero ¿por qué?- se preguntaba – su mirada es tan hermosa – se respondía para sí mismo, se dispuso saber un poco más de ella, y por un tiempo estuvo obteniendo un poco de información sobre la dulce jovencita que ansiaba encontrar de nuevo, pues es de mencionar que el noble ahora se había vuelto tímido, pasó cierto tiempo y una mañana se dispuso a ir en busca de la mujer que hacía tiempo le quitaba el sueño, apenas se dirigía donde Ailén cuando fue interceptado por un presuroso soldado del rey que con atacada voz casi a gritos le informó -están atacando la villa del Norte, dicen que todo un ejército planea atacar la ciudad, ¡debes venir urgentemente!- Y por primera vez con voz enérgica William se rehusó -iré más tarde, primero he de llevar a cabo un asunto que me es urgente-replicó - Tu asunto debe esperar, debes venir a batalla- ordenó el leal soldado con aire de mando -¡Ve a casa por tus armas y tu armadura, es de urgente necesidad que defiendas el reino!- William tristemente aceptó su responsabilidad y se encaminó rumbo a casa, arregló sus cosas y con algo de enojo partió hacia el fuerte a hacer frente al enemigo. Veinte días habían pasado ya, el pueblo aún estaba temeroso y la cruenta batalla aún continuaba, cierta noche a la luz de una antorcha mientras algunos dormían y otros hacían guardia el joven caballero sacó un viejo pedazo de papel de entre sus pertenencias, un tintero y pluma, fue a apoyarse a una vieja mesa en la casa de campaña desde donde se planeaba cada movimiento militar, terminó de escribir una misiva a la luz de una débil lámpara de petróleo y se dijo así mismo “juro que después de la victoria que nos aguarda iré donde Ailén y le diré todo aquello que desde tiempo atrás vengo sintiendo…por ahora esta carta ha de ser enviada mañana a primera hora…” sellando el sobre estaba cuando se escuchó un fuerte grito de batalla, una emboscada, estaban atacando el campamento, alistaron sus armas y comenzó una sangrienta batalla, aunque eran menos que sus atacantes, William y sus hombres parecía tenían ganada la pelea, el golpear del metal de las espadas se escuchaba hacia todo el bosque, gritos lacerantes anunciaban la pronta victoria de William y sus hombres, al amanecer aunque también habían sufrido bajas, ya podían considerarse victoriosos, el oscuro cabello de William cubría su sudado rostro que dejaba entrever una sonrisa de triunfo…

A la mañana siguiente la gente emocionada laureaba la victoria de su ejército, Ailén estaba feliz, recién había sabido de la victoria de William, a la par que se corrió la voz de una invitación a todas las personas a un informe en palacio con carácter de urgente para mediodía, Ailén rápidamente se arregló y pronta se fue rumbo a Palacio; ahí se encontraba todo un ejército de valientes hombres, todos aquellos victoriosos en batalla, había gran algarabía cuando de pronto se hizo el silencio; el vocero del Reino tomó la palabra “…ha de ser reconocido el valor de nuestro ejército pues ha resultado victorioso, más sentimientos encontrados hay esta mañana en palacio, pues hemos resultado victoriosos, pero hemos sufrido también pérdidas lamentables de triunfantes soldados…entre ellos, es de pesar el bien conocido William, quien después de resultar vencedor con el ejército que lideraba fue sorprendido por un enemigo quien a traición atacó al Silente Caballero por la espalda asesinándolo cobardemente de un golpe…” Ailén no quiso escuchar más y corriendo salió del lugar, llorando llegó a su casa y se desplomó en su cama, nadie en el reino sentía más aquella pérdida que estaba oprimiendo el pecho de tan dulce señorita, pasadas unas horas un hombre tocó a su puerta y le hizo entrega de aquella misiva que había escrito William y que fue encontrada debajo de su sangrante ropa, la cual apenas se fue el mensajero, ahí mismo a la puerta de su casa la abrió y con buena letra pudo leer lo siguiente:
Para mi hermosa doncella de hermosos ojos, esperando mi amor sea bien correspondido:
Esta noche bajo el frío que me abraza sin piedad quiero decirte que después de librar este combate iré hasta ti por una respuesta a estas palabras que han salido por vez primera desde lo más sincero de mi corazón:
Amada mia, construiré un mundo etéreo, donde de todo peligro, estés lejos, donde la felicidad sea algo cotidiano, donde el odio se convierta en la utopía que jamás ha de tocar suelo. Te construiré un mundo etéreo, donde el pan de vida eterna se llame amor, donde el llanto sea tan solo algo efímero, que ha de hacernos aprender y seguir adelante, donde se vayan uniendo los lazos del presente sin atar aquello que ya pasó ni lo incierto que aún no llega. Te construiré un mundo etéreo, infinito, lleno de reales parajes, hermosos lugares donde aprender, reír y descansar, un mundo lleno de respeto, de alegría; un mundo, que de la realidad no está lejos: Basta con aceptar tomar entre tus manos mi corazón.
Esta noche bajo el frío que me abraza sin piedad quiero decirte que después de librar este combate iré hasta ti por una respuesta a estas palabras que han salido por vez primera desde lo más sincero de mi corazón:
Amada mia, construiré un mundo etéreo, donde de todo peligro, estés lejos, donde la felicidad sea algo cotidiano, donde el odio se convierta en la utopía que jamás ha de tocar suelo. Te construiré un mundo etéreo, donde el pan de vida eterna se llame amor, donde el llanto sea tan solo algo efímero, que ha de hacernos aprender y seguir adelante, donde se vayan uniendo los lazos del presente sin atar aquello que ya pasó ni lo incierto que aún no llega. Te construiré un mundo etéreo, infinito, lleno de reales parajes, hermosos lugares donde aprender, reír y descansar, un mundo lleno de respeto, de alegría; un mundo, que de la realidad no está lejos: Basta con aceptar tomar entre tus manos mi corazón.
Acababa de leer aquello cuando una gota de agua cayó desde lo alto sobre la arrugada hoja, comenzaba a llover, parecía que los cielos se habían unido a la pena que oprimía el corazón de la bella Ailén…
Cuentan que Ailén vivió hasta morir de ya avanzada edad, que siempre optó por ayudar a aquellos que lo necesitaban y que aunque siempre estuvo en más pura lucidez y siempre con la hermosura que le caracterizaba era de notar un dejo de tristeza… dicen que el día en que murió una expresión de felicidad se dibujó en su rostro, parecía que más que un tormento, la muerte le había concedido una última alegría.
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