DOLOR...

Sus ojos miraban con asombro a sus hermanos mortales, de vez en cuando le sorprendían sus compañeros con la mirada cabizbaja hacia aquello que debía celosamente cuidar, hacía tiempo cada mañana veía con singular emoción a una persona en especial y su corazón palpitaba apresuradamente al tiempo que un malestar siniestro se apoderaba de su espalda, “sabes que está prohibido sentir hacia aquellos que nos han sido encomendados” le dijo un viejo amigo al tiempo que le tocaba el hombro en señal de advertencia, pues muy a pesar de la gracia que se le había otorgado a aquel ser, se sentía incompleto; viejos recuerdos revolvían su cabeza y la llenaban de incertidumbre, deseo y anhelo al recordar cuando el también era mortal, recuerdos de un canto extranjero, de una música melódica y de un viejo y enfermizo amor…

Aquél ángel envidió a los humanos y cayó por fin enamorado al tiempo que cayeron sus alas, cayó a la tierra y por vez primera sintió el verdadero significado de la palabra ‘dolor’ ; había pasado a ser mortal, y de pronto se sintió triste, “pero es mejor que sentir nada” pensó para sí.